Un alto porcentaje de los alumnos que asisten a los
diferentes talleres, cursos, encuentros que imparto, son jóvenes licenciados en
Periodismo o Comunicación Audiovisual. Aunque a alguien pueda sorprenderle, las
personas que cursan estas carreras, en la mayoría de los casos, no reciben
formación alguna sobre locución. Un estudiante que quiere ser periodista
radiofónico o televisivo, suele terminar sus estudios sin pisar una emisora de
radio o televisión.
La única experiencia la consiguen buscando
colaboraciones fuera de la Universidad. Por eso, cuando por fin llega el día y
tienen que ponerse delante de un micrófono, los 5 ó 6 años de carrera, los
posibles sobresalientes, los esfuerzos, las horas de estudio, etc., no sirven
para nada. El brillante titulado se da cuenta… ¡Socorro, no estoy preparado!
¿Vocalización, ritmo, énfasis, entonación, naturalidad, etc.? ¿Qué? ¡¡A mí
nadie me ha enseñado eso!! De repente te ves imitando a algún locutor o
convirtiéndote en un saco en el que empezarán a acumularse vicios y errores que
después serán de difícil corrección. Bienvenido a la realidad.
De este tema se podría hablar largo y tendido: ¿Por
qué hay tantos licenciados que una vez finalizados sus estudios no tienen ni
idea de cómo desenvolverse en la vida profesional? ¿No habría que realizar un
análisis profundo sobre el contenido de algunas materias e incluso sobre los
propios docentes?
Nunca entenderé cómo profesores que jamás han tenido
experiencia profesional, pueden impartir asignaturas de Comunicación
audiovisual o de cualquier otra carrera.
¿De qué vivencias profesionales, que tanto
enriquecen las clases, puede hablar un docente que lo único que ha hecho, antes
de impartir una asignatura en Comunicación Audiovisual, es ser profesor en
alguna materia teórica que nada tiene que ver con la comunicación?
No es coña, algunos alumnos me han contado que
descubrían profesores que se habían bajado los apuntes del “rincón del
vago.com”.
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