La lista de excusas puede ser todo lo larga que
queramos. Lo cierto es que en muchísimas ocasiones no tomamos ninguna precaución
antes de ponernos delante de un micrófono:
¿He preparado bien lo que voy a decir? Bueno,
eh,... sé de qué va...
¿Se lee claramente el texto que he escrito? Es mi letra.
Más o menos la entiendo...
¿Estoy tranquilo? ¡Uhm...! No lo sé.
¿He calentado? ¡Ejem! ¿Calentar? ¿El qué?
Resumiendo, ¿Estoy en las mejores condiciones para
enfrentarme al público? ... NO.
Las prisas, la desidia, la rutina, el estado de ánimo, etc., no son excusa. Hemos podido trabajar mucho el contenido de un mensaje pero si no lo transmitimos correctamente, y hacemos que llegue con la necesaria claridad, podemos tirar por la borda todo el trabajo previo.
Es cierto que en los medios audiovisuales, el tiempo
juega en nuestra contra y las prisas nunca van a desaparecer, pero si somos
capaces de incluir en nuestra rutina unos "pequeños detalles", el
mensaje que transmitimos y nuestra forma de comunicar, mejorará
considerablemente.
La mayoría de las recomendaciones que voy a comentar,
parecen de Perogrullo pero, lo cierto, es que no se suelen tener en cuenta.
1. Partimos de un texto que hemos redactado. Lo
primero que hay que analizar es cómo lo hemos escrito: Evita hacerlo a mano.
Siempre por ordenador. A un tamaño de fuente mínimo de 14 y a doble espacio. Es
absurdo hacerlo más pequeño. En su día te hablaré de la lectura pero, de momento,
pensemos en facilitarnos la visualización de un texto todo lo que podamos. Es
mucho más rápido y eficaz leer un texto de tamaño 14 y a doble espacio que otro
a tamaño 12 y a espacio simple. El riesgo de equivocación se reduce
considerablemente.
¡Ojo! Nunca cortes una frase al final de una página.
Acaba siempre con un punto y aparte.
Si tienes la oportunidad, fíjate en los discursos
escritos de los políticos, o del propio Rey. El tamaño de fuente es superior a
20 y la separación entre líneas es grandísima (No más de 10 ó 12 líneas por
página).
Por eso, verás que los oradores que toman estas
precauciones, difícilmente se equivocan.
2. Hemos de familiarizarnos con el texto. Léelo
primero en voz baja. Da lo mismo si lo has escrito tú u otra persona. Es fundamental
comprenderlo, localizar las dudas, las dificultades y resolverlas y ensayarlas
(cifras, palabras de complicada pronunciación, nombres propios extranjeros,
etc.).
Subraya y recalca lo más importante para después, en
la lectura ante al público, poder enfatizar y destacarlo.
3. Ahora, léelo de nuevo en voz alta pero, exactamente
igual que como lo vayas a hacer ante el micrófono. Esto es muy importante. Por
un lado sirve para "ver cómo te suena" y localizar algún error
gramatical, una frase mal construida, etc., y por otro, es un perfecto ensayo
general que además ayuda a calentar y a perder los nervios.
Ahora sí. Ya tenemos preparado el texto que vamos a
leer.
Primer paso leído, comprendido, razonado y totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarMuchas gracias y voy a por el segundo.