Antes de nada quiero disculparme con los seguidores del
blog de Sudamérica y de otras zonas del planeta donde todo lo relacionado con
el verano y el calor suena a bastante lejano. Les sugiero que vuelvan a leer
este artículo en el mes de noviembre cuando seré yo quien sienta envidia de
ellos.
Entendemos el verano (me refiero al período vacacional)
como un tiempo de descanso en el que intentamos olvidar el trabajo, la rutina
diaria, el estrés, la monotonía a la que estamos sometidos, etc. Mucha gente
dice que aprovechar las vacaciones no consiste en descansar, sino en practicar
una actividad que nada tenga que ver con nuestro trabajo habitual. Estoy de
acuerdo con esta afirmación aunque para los que disfrutamos con nuestra
profesión, quizás no sea tan necesario como para los que no se sienten
precisamente realizados en su día a día. El trabajo de locutor, en sus
diferentes variantes, es vocacional. Me cuesta imaginar un profesional de la
voz que esté en esto por obligación y que no disfrute de su trabajo.
Pero a pesar de que ya hemos dejado claro que nos gusta el
oficio de locutor, es necesario
aparcarlo durante unos días para “resetear nuestro generador de energía” y
volver con más ganas.
Pero no totalmente. Los locutores utilizamos una parte de
nuestro cuerpo para plasmar nuestro trabajo: todo el aparato fonador con sus
diferentes componentes. A lo largo de los años, hemos ido desarrollado nuestra
capacidad hasta llegar al nivel en el que nos encontramos en la actualidad.
Probablemente habréis comprobado que cuando, por las circunstancias que sean,
estáis un tiempo sin locutar, sin hablar delante de un micrófono, bajáis un
poco el nivel y necesitáis ejercitaros para recuperar vuestro estado óptimo.
Es lo más normal del mundo. Cualquier persona que utiliza
su cuerpo para desarrollar una actividad, potencia el uso de algunas partes del
organismo y las acostumbra a un esfuerzo superior, a una rutina determinada y
cuando están un período de tiempo sin ejercitarse, esas partes del cuerpo, se
relajan.
Entonces ¿cómo descansamos y nos olvidamos del trabajo
sin sufrir el relajamiento que nos va a perjudicar a la vuelta de las
vacaciones?
Los entrenadores de cualquier disciplina deportiva
entregan a sus deportistas, sea cual sea su especialidad, una serie de
recomendaciones a tener en cuenta durante las vacaciones para evitar que estén
parados: pequeñas rutinas de ejercicios, tablas de gimnasia sencillas, etc. Las
personas que realizan un trabajo físico como bomberos, policías, entrenadores,
profesores de gimnasia, etc., suelen practicar bastante deporte en vacaciones,
aunque procurando que no tenga nada que ver con su trabajo habitual.
¿Y los locutores? Lo que sugiero es incluir en nuestra
vida cotidiana unos pequeños ejercicios que al principio nos resultarán
extraños pero que con la práctica nos acostumbraremos a ellos e incluso
mejorarán nuestro nivel de locución (vocalización, lectura, entonación, etc.)
Piensa cuantas veces a lo largo de un día en tus
vacaciones, tienes que leer un texto por muy pequeño que sea. Por ejemplo: Al desayunar lees el periódico impreso o en internet, o
miras los mensajes en el móvil, o Facebook, Twitter, etc. Ya en la calle,
leerás infinidad de carteles, indicadores, panfletos, publicidad, etc. En la
playa, es probable que leas una revista o un libro, varios SMS, e-mails o
WhatsApps y así hasta que te acuestes por la noche.
Esta es mi propuesta: Al despertar, cuando hagas tu aseo
matinal, después de lavarte los dientes, haz los ejercicios de calentamiento
que aparecen en el artículo Recomendaciones previasII. El calentamiento. Si
quieres, como estamos en vacaciones, haz una versión reducida que no te llevará
más de 5 minutos y te hará tener la voz en condiciones para afrontar el día.
A partir
de ahí te recomiendo que cada vez que tengas que leer algún texto corto, lo
hagas en voz alta, vocalizando, como si fuese una locución y si te da vergüenza
porque hay gente delante, hazlo en voz baja pero vocalizando y forzando los
músculos que intervienen en la fonación. Si lees un periódico al menos una
página léela en voz alta vocalizando, y si estás leyendo un libro de cuando en
cuando lee una página en voz alta pero siempre vocalizando y forzando los
músculos faciales. Si tienes que escribir un correo, SMS, WhatsApp, o en
alguna red social, antes de darle al botón “enviar” o al “OK”, léelo en voz
alta. AL margen de servirte para practicar, te ayudará a detectar errores, a
comprobar si la frase está bien construida y si “suena bien”.
Nada más. Sólo con esto te mantendrás en forma y seguro
que a la vuelta de tu descanso, hasta habrás mejorado tu locución.
Al margen de lo dicho, están las recomendaciones clásicas
y habituales sobre el cuidado del cuerpo y nuestra salud: Cuidado con los cambios
de temperatura, con las bebidas frías, con el tabaco, con las marchas nocturnas
donde se fuerza mucho la voz, etc.
Somos locutores y nuestra herramienta de trabajo
principal es la voz. No digo que no bebas frío, ni que no hables si sales de
marcha, pero hazlo con cuidado. Ten en cuenta quien eres y a qué te dedicas. SI
no cuidas tu voz, nadie lo hará por ti.
Y ahora… ¡A seguir disfrutando del verano!
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