jueves, 22 de octubre de 2015

LA INFLUENCIA DEL ENTORNO (revisión del artículo publicado el 22 de octubre de 2012)

Si tengo que elegir uno de los peores enemigos que tiene la evolución profesional del locutor, sin duda me quedo con la influencia del entorno. Y me voy a referir sólo al mundo de la locución o al de los profesionales que hablan ante un público porque es el campo que conozco, aunque podría ampliarlo a otras profesiones artísticas: cantantes, actores, etc.
A quién no le gusta que tras terminar un trabajo le regalen un “¡Qué bien lo haces!” un “¡Qué bueno eres!” o un “¡Te ha salido genial!”…
Querido/a amigo/a, aterriza. Si todos esos “bienes, buenos o geniales” fuesen ciertos, te saldrían los trabajos y el dinero por las orejas y me temo que no es tu caso… ni el mío.
Tanta adulación es comparable a los comentarios que leemos en las redes sociales cuando un amigo/a reconocidamente feo/a cuelga una foto de su último viaje en el que aparece con su pareja igualmente poco agraciada. Debajo de la foto se suceden un montón de ¡¡Guapossss!! ¡¡Qué bien estáis!!  Guapíiiiisiiimoss!! ¡Da gusto veros! ¡Qué dos bellezas! ¡Parecéis modelos de revista!... La pregunta es: ¿Alguien de verdad escribe lo que siente?
O cuando una amiga cambia la foto de su perfil  por una en la que, a todas luces, sale de un horroroso que da repelús verla y los comentarios son del tipo: ¡Qué guapa estás! ¡Esta foto me gusta más que la anterior! ¡Cómo has mejorado! ¡Estás monísima!... si supieras lo que piensa la mayoría cuando escribes esas cosas…

(Pincha sobre la foto para ampliarla y leer los comentarios)

Durante más de una década dirigí un estudio de grabación dedicado principalmente a las grabaciones musicales. Fueron muchas las ocasiones en que chicos/as jóvenes, animado/as por el boom de Operación Triunfo o similares, venían al estudio para grabar una maqueta con la intención de enviarlas al programa o para mandarla a un productor que les había prometido la gloria. Solían venir acompañados de “público entregado” (madres, padres, novias, novios, hermanos, cuñados, vecinos, etc.) Este “entorno” les motivaba hablándoles de fama, de qué peinado les iban a hacer o qué ropa se iban a poner  para el cásting, de lo lejos que iba a llegar, de lo mucho mejor que eran que Bisbal o Chenoa, etc.
Ahora que ha pasado el tiempo, y esperando que ninguno se dé por aludido, puedo decir abiertamente que, casi todos,… cantaban como avutardas en celo.
Mientras grabábamos una toma, los acompañantes no paraban de repetir “¡Qué buena voz tiene!, ¡qué bien canta!, ¡qué bien se mueve!, ¡Qué guapo/a es!”… Después de grabar una toma “penosa” y soportar los “¡bravo!, ¡qué bien! o ¡inmejorable!” de su gente, intentábamos de todas las formas y maneras, a veces con delicadeza y otras directamente, que se dieran cuenta de las numerosas ocasiones en que habían desafinado… Imposible: el 99 % no detectaba ningún desafine respaldados por sus incondicionales padres, parejas o hermanos que además creían que les intentábamos engañar. En alguna ocasión nos llegaron a amenazar por si traficábamos con la grabación… ¿? Cómo me recuerda a aquella época este video:



Mucha gente cuelga cosas en las redes sociales esperando al comentario adulador, el piropo, el halago. Parece como si necesitáramos alimento para engordar nuestro ego. 
Y no me parece mal siempre y cuando el impacto que te produzca no pase de ahí. Si después de publicar una grabación tuya o de ponérsela a tu novia/o, o a tus padres, sólo recibes halagos…
…déjalo pasar, cuenta hasta diez, piensa en otra cosa o si no, escucha la grabación y busca los errores que seguro que los habrá. Pero por encima de todo, NO TE LO CREAS.
La crítica más acertada que te pueden hacer sobre un trabajo tuyo no la vas a encontrar en ninguna red social. El consejo experto sobre cómo mejorar, o el análisis real de cómo lo haces ante el micro no va a venir de tu novia/o, o de tus padres o de tus amigos. Primero porque en la mayoría de los casos no tienen criterio suficiente para juzgarte (no es su obligación) y segundo porque les es imposible ser ecuánimes. ¡Ojo! Hay contadas excepciones y en ese caso son las mejores opiniones que te pueden llegar.
¿Qué podemos hacer?
Lo ideal sería tener total confianza con un compañero/a de profesión a quien poder hablar con franqueza y honestidad exigiéndole que el/la lo haga contigo. Una persona con la que no exista rivalidad, sólo (y es muchísimo) apoyo y colaboración mutua. Una persona que conociendo tu profesión te diga cuándo lo haces bien o mal, en qué has fallado o en qué has estado brillante. Así tendrías la visión profesional de tu trabajo y saldríais beneficiados los dos. Creceréis juntos.
Si además encuentras cerca de ti a alguien que pueda darte la opinión justa desde el lado del oyente/espectador, sería el complemento ideal. Una persona de tu entorno más cercano (familiar o amiga) pero que conozcas lo suficiente como para saber que no te va a adular y que será capaz de valorar si lo que haces está bien o mal y que tendrá el valor de decírtelo.
Es muy importante saber de quien proceden las opiniones para tenerlas en cuenta o no.
Pero por encima de todas, está la tuya propia. La mejor ayuda a tu trabajo es la autocrítica bien entendida. Tú debes de ser la primera persona que valore tu trabajo. No puedes dar por terminado una grabación mientras no te convenza primero a ti. Tienes que escucharte como si fueses otra persona, analizando la entonación, el ritmo, la velocidad, las pausas, el montaje si lo hay, etc. Y si tienes dudas, recurre sólo a alguien en quien confíes y sepas que te va a decir la verdad.
Desgraciadamente (para ellos/as) en esta profesión hay muchas personas creen hacerlo bien cuando la realidad es bien distinta. En la mayoría de los casos, la culpa es del entorno.